Un día, la belleza y la fealdad se encontraron en una playa, y se dijeron:
Bañémonos en el mar…
Entonces se quitaron la ropa y empezaron a nadar en las aguas. Pasado un rato, la fealdad volvió a la playa, se vistió con la ropa de la belleza y se fue.
Y la belleza también salió del mar y no encontró su ropa, y como era demasiado tímida para andar desnuda, se vistió con la ropa de la fealdad y siguió su camino.
Y desde entonces hasta hoy, hay hombres y mujeres que se engañan, y confunden a una de ellas con la otra.
Sin embargo, hay quienes han contemplado el rostro de la belleza y la reconocen, pese a sus vestiduras. Y hay quienes conocen el rostro de la fealdad, sin que sus ropas la oculten a sus ojos.
23 octubre, 2011
Me ha encantado este relato. Jamás lo había visto de esta manera. Muy bueno.
24 octubre, 2011
Gracias Ángela por detenerte en mi blog. Me alegro que te haya gustado, Gibran es un genio.
Un saludo.