Una historia alternativa

Me ha parecido muy simpático este recorte y, como además hace juego con el título del blog, aquí te lo dejo.
(Tendrás que picar sobre la imagen para que se abra en una nueva ventana. Así podrás leerlo sin dejarte las retinas en el intento).

¿Simpático, no? Pero no me quedo a gusto sin hacer unos comentarios.
Se trata de un chiste feminista del tipo «todo-lo-masculino-es-malo/ todo-lo-femenino-es-bueno».
Realmente confío en que este tipo de feminismo trasnochado esté dando sus últimos coletazos (y enfatizo lo de «este tipo»).
La historia es típica. De lleno en el fragor de la batalla de sexos, se opta por combatir al «enemigo» con sus propias armas. Así que, «ellos son tontos, están hechos para servirnos, nosotras les aguantamos porque ellos nos son útiles…» es gracioso ¿verdad?

Sin embargo, simplemente cambia el género a la frase:
«Ellas son tontas, están hechas para servirnos, nosotros les aguantamos porque ellas nos son útiles…» ¿Sigue siendo gracioso?

Como poco, es políticamente incorrecto. Eso como poco.
Aunque realmente, lo más probable es que si alguien hiciese un chiste al respecto, hordas de feministas encolerizadas se abalanzarían en pie de guerra sobre el/la autor/a como si el/la mismísimo/a Belcebú se hubiese manifestado.
(Porque, queridas amigas, si Dios es mujer, el Demonio también lo es. ¡Regocijémonos ante la buenanueva!) Si una afirmación del tipo «ellas son tontas» es inexacta (y digo inexacta, no una manifestación del maligno), su contrapartida masculina también lo es. Lo triste es que, de igual modo que durante muchos años las mujeres hemos venido creyendo ese tipo de afirmaciones, hoy en día son muchos los hombres que realmente creen ser un género maldito, imperfecto, y que lo masculino es tan sólo un motivo de vergüenza o algo contra lo que hay que luchar. Porque todo aquello que se aparta del «como han de ser las cosas» femenino se considera un defecto. Y en algunos casos puede ser cierto, pero en la mayoría, se trata simplemente de un «como han de ser las cosas» masculino.

Anécdota real:
Comentario reciente de una chica (Inteligente, guapa y moderna. Y lo digo sin asomo de ironía), sobre sus preferencias en cuestión de hombres:
«Buff, mi hombre ideal es muy difícil de encontrar. Porque lo que yo verdaderamente quiero es una mujer con polla«… (¿Recuerdas ese chiste taaaaaaan machista, sobre que la mujer es la parte que le sobra al coño?)
Hemos tirado el agua de la bañera con el niño dentro. Y digo el niño. No el/la niño/a.
Ni los unos son superiores a los otros, ni los otros sirven a los unos, ni nada por el estilo. Una mujer en un nivel bajo de desarrollo moral es igual de terrible para ella y su entorno como un hombre en las mismas circunstancias. Y, por supuesto, los estadíos de desarrollo moral en hombres y mujeres, aunque paralelos, varían sensiblemente (para más info sobre este tema busca los estudios de Carol Gilligan; la «ética de la justicia» y la «ética del cuidado», apasionante).
Somos compañeros de viaje. Diferentes, ¡puedes apostar por ello! Más incluso de lo que la mayoría nos imaginamos. La investigación en este campo ya hace años que lo corrobora. En el ámbito de la comunicación, los estudios de Deborah Tannen son ya un clásico. Un libro divulgativo sobre el tema, más reciente y conocido lleva por título «Los hombres son de Marte, las mujeres de Venus» (la forma tiene un toque bastante yankee, pero el contenido es impecable). Altamente recomendado.

Anécdota real:
Comentario de un hombre (sin duda desde un nivel elevado de desarrollo moral) sobre la relación con su esposa:
«Me parece a mi que, cultivando el respeto se está generando el germen para cambios profundos. En mi caso, todas las cosas de mi esposa yo no las entiendo, pero he aprendido a respetarlas y eso nos genera una gran armonía. Simplemente no pierdo tiempo en entenderla y más bien invierto tiempo en respetarla. Con el tiempo… la entiendo.»

Bien. Somos diferentes. Pero ahí está el desafío. En respetarnos y tolerarnos. Y eso significa que aquello que nos parece descabellado, aquello por lo que nos echamos las manos a la cabeza, que nos hace decir «flipo con los hombres/mujeres»… es justo aquello que debemos esforzarnos por tolerar y, con el tiempo, comprender. No olvidemos que es la comprensión la que lleva a la empatía, y no viceversa.
He ahí la piedra filosofal en las relaciones humanas profundas, sanas, enriquecedoras y llenas de significado. En el fondo, es lo que casi todos buscamos desesperadamente, bien sea vía liftings, implantes mamarios, cochazos, triunfos empresariales…. etc. Lo que creemos que se compra con dinero, realmente se compra con tolerancia.
Tolerancia: Respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias.)
Es difícil, pero barato. Y la recompensa está asegurada.

Apasionada de la belleza, de las palabras y los significados. Contemplar el mar me deja sin aliento y navegarlo a vela es una de las cosas más hermosas que existen en la vida. La evolución es mi marco de referencia, mi cosmovisión y mi sentido de la trascendencia.

2 comentarios

  1. Fernando
    11 abril, 2009

    He llegado aquí por recomendaciones de Carolina (http://de-las-txikicosas.blogspot.com/), específicamente cuando me refirió a un post suyo que le caía como anillo al dedo a otro que yo escribí y que generó mucha controversia entre mis amigas.

    La entrega suya «una historia alternativa» de mayo 13 no sé de que año, repito, su post es genial, no tiene desperdicio. Tanto a mí como a mi hermano Daniel nos encantó y me alegra mucho encontrar gente como usted que tiene una visión tan balanceada y equilibrada de lo que son o como deberían ser las cosas y lo que es la realidad de los sexos.

    Tambien me ha encantado este poema y una que otra selección de los videos que inserta en el blog…

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  2. Naceira
    18 mayo, 2009

    Muchas gracias Fernando por tus comentarios sobre mi blog y concretamente sobre el post «una historia alternativa».

    También me alegra encontrar cada vez más personas que van siendo conscientes del desequilibrio inverso que ha producido el feminismo. No culpo al movimiento, es más, probablemente este nuevo desequilibrio haya sido inevitable. Hizo falta mucha energía para cambiar las cosas y la desaceleración es lenta, por lo que la balanza ha terminado por inclinarse hacia el lado opuesto.

    Recientemente he descubierto el término «ginocentrismo» que define precisamente este nuevo orden de cosas.

    Gracias de nuevo, Fernando. Espero que cada vez seamos más los que veamos (y contemos) la injusta situación que actualmente vive el género masculino.

    Un cordial saludo.

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