Louise Lecavalier

Publicado en Belleza

Ayer recordé que hace muchos años, viendo un «Metrópolis», presentaron una compañía de danza que había participado con David Bowie en una gira. Quizá la recuerdes de su videoclip «Fame».

Algo que me soprendió mucho fue su propuesta de que la danza no va necesariamente de la mano de la música, sino que por sí sola constituye una completa creación artística. Recuerdo haberme quedado fascinada por aquellos movimientos tan fuera de lo común, tan hipnóticos, tan al límite de la capacidad de resistencia del cuerpo humano. De hecho, estamos hablando de «danza extrema».

Pues bien, como decía, ayer lo recordé. Me sorprendió haber tardado tanto; hace ya muchos años que internet me hubiese podido reencontrar con esta compañía de la que, curiosamente, nunca volví a saber nada. Louise Lecavalier fue primera bailarina de La la la human steps (1981 – 1999), y musa de su coreógrafo, Edouard Lock. Cuando la vi en el video, recordé perfectamente aquel «Metrópolis». Su cabello y su forma de moverse son inconfundibles. Su famosa pirueta horizontal deja sin aliento.

Se dice de ella que es la bailarina más brillante y trágica de nuestra época, «una bailarina con piernas de fuego».
Esta coreografía, Infante C’est Destroy, le valió a Lock el reconocimiento a nivel mundial como uno de los mejores y más innovadores coreógrafos del momento.

Realmente no tengo palabras para describir el efecto que me produce este vídeo. Pensé que lo mejor que podía hacer era colgarlo aquí y hacer así mi pequeño tributo a La la la human steps y a la increible bailarina Louise Lecavalier.

Disfrútalo.

Bibo No Aozora, De Ryuichi Sakamoto

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Ayer tuve el placer de escuchar por primera vez Bibo no Aozora (me lo envió un amigo… ¡mil gracias Sergio!), un tema musical de Ryuichi Sakamoto incluido en la banda sonora de Babel. Todavía no he visto la película pero, dadas las estupendas referencias que tengo, creo que definitivamente la veré en breve.

Desde que la puse ayer por la noche «repeat on», no ha parado de sonar hasta ahora. No sólo me dormí con ella sino que llevo todo el día envuelta en esta espléndida melodía.

De la altura incluso de Alina (de Arvo Pärt), se trata de una de esas escasas maravillas sonoras que acarician el alma de un modo difícil de explicar (todo esto según la opinión de mi alma, claro está).

Para los que no hayáis tenido la ocasión de escucharla. Dejaos acariciar por ella.

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